NouCOPC - Opinión

Mi primera vez
Joaquín Morata. Col. 6247


 

 

Mi primera vez.

Fue algo traumático. Incluso me juré que no volvería a repetir la experiencia. Pero, como suele ocurrir con esos juramentos íntimos, lo incumplí.

Estoy hablando de mi primera Junta de Colegiados/as.

Aún no sé bien por qué ocurrió. Qué hizo que, cuando me llegó esa carta con la convocatoria, hace ya más de dos años, la mirara y la tratara de otra manera. Y me pregunté: "¿por qué no vas esta vez?, hace años que pagas y nunca has pisado el Colegio salvo para colegiarte… anímate, ves a ver qué pasa allí".

Y me animé. Organicé mi agenda y preparé el viaje.

Iba solo. Yo suelo ir solo a los sitios. Me gusta esa libertad. No obstante, mientras recorría la autopista camino de Barcelona me entró la duda. "¿A qué vas, Joaquín?, no conoces a nadie, ni siquiera sabes qué se hace allí…" Supongo que haberlo programado y tener la tarde libre me animó a seguir el camino.

Cuando buscaba un sitio para aparcar, la sensación de que era absurdo que estuviera allí iba en aumento. Pero… ya que estaba allí, pues iba a ver qué era eso de una Junta.

Subí por las escaleras y entré en nuestro colegio profesional. Me dirigí a una chica que había tras una mesa y pregunté por eso de la Junta. Fueron las únicas palabras que pronuncié en tres horas.

Me sentía como un pegote de grasa en una charca. La gente se saludaba, hablaba en pequeños grupos, se sonreían… vamos que eran una familia y el extraño era yo.

Durante toda la Junta permanecí impasible, siguiendo el desarrollo de aquella dinámica que parecía una reunión de amigos. Hubo que votar algo y yo no voté a favor ni en contra… pero no preguntaron si alguien se abstenía. Todos votaron a favor.

Hasta el momento de la votación me había sentido excluido en mi propio colegio, pero el que no les importara que yo no hubiera votado me produjo una profunda tristeza y una pizca de indignación.

Tras la Junta, en un cuarto anexo, había un espléndido pica-pica. Cava brut reserva, un tinto con nombre, y una cantidad considerable de canapés y chorradas.., que, por cierto, se estaban pagando también con mi dinero.

Comí algo, me tomé un sorbo de vino y, también en silencio, me marché por dónde había venido.

Me juré no volver… pero soy persona razonable y cambié de opinión. Volví para intentar cambiar algo y que nadie más se pudiera sentir como yo me había sentido en mi propio colegio profesional.

Si has pensando asistir a la próxima Junta, que no te frene el temor a sentirte ese pegote de grasa en una bañera. No estás solo/a. Yo soy el que se sienta junto a la columna y estaré encantado de saludarte.

Joaquín Morata